Se abre a la mañana en cuanto amanece, como siempre.
Pero desde hace unos días, es diferente.
Se encuentra cómoda, coqueta, muy a gusto.
Desde niña quiso ser Isla, pero sólo era península y no le gustaba.
Ser península es no ser ni continente, fuerte y robusto, ni Isla. Ser Isla es muy bonito, se dice. La gente te mira, pasean por tus orillas, te adornan con preciosos puentes, el agua te acaricia quedamente por todos los lados… ¡qué bien!.
Decenas de pretendientes suspiran por ella y hay dos por los que siente un algo especial. San Mamés, que se adorna cada noche con bellas luces para impresionarla, y la Torre de Iberdrola, tan alta y majestuosa. Duda entre ambos.
Cuando la comparan con otras islas, la de Manhattan en Nueva York, la de Cité en París… sonríe condescendiente, y replica muy orgullosa: “YO, ZORROZAURRE, SOY LA ISLA… ¡¡¡ DE BILBAO !!!
Autoría: Alberto Ereña
Me gusta el relato A veces no somos conscientes de las ciudades que habitamos. Este relato nos acerca a ellas. Pasearé desde ahora por Zorrozurre, esperando que a mí también me hable con palabras tan hermosas
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo en que tenemos una ciudad preciosa, y que invita a pasear la. Y seguro que Zorrozaurre te hablará. Solo hay que escuchar.
Bonito texto, Alberto. Te felicito.
ResponderEliminarGracias, Juan.
ResponderEliminarTe lo agradezco.
Un abrazo.
Poesía del acontecer cotidiano de nuestro Bilbao. Describe esos pequeños cambios que transforman las ciudades con el paso del tiempo. ¡Gracias, Alberto, por estar atento y ser un cronista de la cambiante realidad!
ResponderEliminarGracias Mikel. Bilbao se mejora cada día y se lo reconocemos a nuestra manera.
ResponderEliminarAñoro Bilbao desde que estoy perimetrada en Algorta. Estamos viendo grandes cambios y esa isla parece el broche de oro. Gracias por recordarlo.
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