Vera, octubre


El paseo junto a la playa está desierto. Las huellas en la arena han sido barridas por el viento y la pasarela que lleva a la orilla ha quedado enterrada. 

Las urbanizaciones se han vaciado; solo las flores secas de las buganvillas, con un sonido de papel rasgado, rompen el silencio. En la laguna que casi llega al borde del mar, grupos de aves en tránsito descansan; pronto retomarán su vuelo hacia destinos más cálidos. Cae la tarde. El cielo se enciende con un crepúsculo fanfarrón. El aire se ilumina; la soledad se acobarda. 

Mañana hará buen tiempo.

Autoría: Mabe 

5 comentarios:

  1. Respuestas
    1. A mi también. Además es que son así las buganvillas secas...

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  2. A mí lo de la soledad acobardada me gusta mucho. En éste tiempo diferente que estamos viviendo lo siento como un lema.

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  3. Un poema multisensorial, Mabe. Vemos la playa iluminada, oímos el silencio roto,olemos el ambiente salino, tocamos esa arena volada y degustamos ese atardecer que arrincona la soledad. Y todo en la cálida Vera, crisol de culturas con siglos de historia. ¡Gracias por aflorar tantas sensaciones!

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  4. Y tanto que es poético. Qué imágenes!

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