Nuevos combinados


La tarde lluviosa invitaba a disfrutar del suave golpeteo del agua sobre las baldosas, en el exterior de la terraza en la que me encontraba.

Sin poder evitarlo, el cerebro asocia un momento actual con recuerdos antiguos que aparecen vívidos como si fueran de ayer. Son capaces de trasladarte en una décima de segundo a lugares remotos de tu mente, con personas de las cuales no has vuelto a saber desde entonces.

Así me estaba sucediendo durante el tiempo que permanecí allí sentado, observando los dos elementos que ocupaban mi mesa.

La memoria me llevó a mis primeras salidas de juventud, y en consecuencia a las visitas obligadas a las txoznas que eran omnipresentes en cualquier fiesta local. Empezábamos a buscar compañía femenina, y antes de abordar a cualquier muchacha, necesitábamos un poco de ayuda.

Lo habitual, y lo más socorrido por ser lo más barato, era el txikito de los mayores. Sin embargo, el zurito era el rey de nuestras tardes festivas; testigo mudo de nuestras correrías.

Pero si algo irrumpió con fuerza en aquel final apasionante de la década de los setenta, fueron los combinados en sus múltiples variantes. Algunos los recuerdo hoy con nostalgia; por el contrario, hay otros que me cuesta reconocerlos como sustancias bebibles.

El campeón con diferencia fue el kalimotxo; vino corriente y coca cola, una mezcla que ha traspasado fronteras, trascendiendo hasta hoy y que sigue siendo sinónimo de fiesta y alegría.

El Cuba Libre de ginebra o ron era para los más mayores; algunos de ellos, hacían especial énfasis al pedirlo al camarero, creían que el nombre era revolucionario.

También estaban los inconformistas que querían destacar del resto; su bebida favorita era el ron con kas, aunque los de patxaran con kas de limón tampoco se quedaban atrás.

La cerveza también era mancillada, con tequila e incluso con ginebra; sólo con pensarlo ya se pone la piel de gallina. Con gaseosa, fantástica simbiosis en la cervecera con un pollo asado.

De reojo miro de nuevo sobre mi mesa y sonrío. Allí están bien juntos una copa de vino y un bote con dispensador; observo que en el resto sucede lo mismo: agua, infusión, café, cerveza, chupito… todo acompañado con gel hidro alcohólico; el rey que liga con todas las bebidas. Quién nos lo iba a decir.

 Autoría: Alberto Ereña

3 comentarios:

  1. Purificacion Minguez Losua18 de abril de 2021, 10:21

    Jajajajaja
    Cómo se nota que somos Norte. Es cierto que nos comunicábamos a través de cierto grado de alcohol para alcanzar el punto social de la confidencia y el ligoteo primerizo.
    Yo puedo decir que ninguna pócima se ma ha hecho extraña o desconocida
    Podría alegar que la recorrí en pequeñas dosis, pero me duele mentir.

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  2. Gracias, Puri. He pensado muchas veces que sólo me ocurría a mi.
    Jajajaja.

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  3. Pues yo no soy de bares y alcoholes, así que no tengo mucho que aportar a estas sensaciones vuestras...

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