Usamos demasiado el “si fuera” (rico, joven,...). Es más útil recurrir al “como si fuera”.
Me desperté como si fuera un niño. Me levanté como si fuera un sábado. Desayuné como si fuera verano. Fui a trabajar como si fuera víspera de un puente. Despaché todo como si fuera una máquina.
Traté a todo el mundo como si fueran mis hermanos. Comí con algunos amigos como si fuera fiesta. Terminé el trabajo de la tarde como si fuera fácil. Me apresuré a regresar a casa, como si fuera el día de partida para las vacaciones.
Besé a mi mujer como si fuera nuestra primera vez. Abracé a cada uno de mis hijos como si fuera el único. Hablé con mis mayores como si fuera mi última oportunidad de llamarles por teléfono. Padres e hijos, nos constamos las novedades del día, y nos reímos como si fuera lo más divertido del mundo. Hasta la televisión, como si fuera lógico, habló de la paz como si fuera cierto.
Cenamos todos juntos como si fuera una gran celebración familiar. Disfrutamos de la comida preparada por todos como si fuéramos reyes. Apreciamos cada bocado como si fuéramos náufragos. Estiramos la velada como si fuera la última de vacaciones. Pasamos la noche como si fuera el fin del mundo. Nos dormimos como si fuéramos despreocupados bebés. Todo sucedió como si fuera mágico. Mañana también haré como si fuera hoy.
Autoría: Mikel Agirregabiria.
Buen trabajo, Mikel. Has indagado en el día a día que se nos va y dejando cosas que hacer y decir para más adelante. Y casi siempre es tarde...
ResponderEliminarLa vida se ensancha si apreciamos cada oportunidad que la vida nos da, Alberto. Ser buen observador y mejor clasificador es el secreto de la felicidad.
ResponderEliminarVivamos como si fuéramos felices,...