La risa mata

 

Piensa el cómico mirándose al espejo, limpiando los afeites de su cara,

en esos hombres que afuera esperan, heridos por su irónica daga.

Cargados van de leyes obsoletas, culpando a ese puñal, que en carcajada,

puso en solfa todas las mentiras, abrió una herida de cómica sustancia.

Ya es reo al quitarse el maquillaje, dejando la suciedad al descubierto;

volviendo a la consciencia del paisaje, donde el humor, se declaró desierto.

Nunca la comedia fue bien vista, por necios cretinos rechazada.

No les gusta el elixir de la sonrisa, es el pueblo con su sed, quién la reclama,

mostrándonos a todos las miserias, a través de burlescas bufonadas.

Las mismas que oculta tanto ínclito, deseoso de entrar en tu morada,

llevarte por los sitios más oscuros, donde no haya salida, ni esperanza.

Poderosos que se irritan ante risas, vistiendo una gloria envuelta en llamas.

Quejosos de ver, como desnudos, un bufón, su fama les apaga.

Indignados por sacarles los colores, incapaces de alegrías y de gracias.

Convertidas en chanza, mero chiste, sus logros, sus vidas, sus andanzas.

Cuidado con la autoestima de nuestros gloriosos próceres.

Algo maligno barruntan, alguna ley no muy clara;

como inclementes censores, no aguantan,

que destapes con humor, todas sus mierdas y lacras.

Peligro nombrar en teatros:

Mancos, lelos, políticos, asesinos,

ciegos, jueces, sordos, fracasados,

calvos, gordas, negros, retrasados.

¡Estos y más prohibidos! Incluidos Dioses y tiranos.

Sombras de negras sotanas se suman, al amparo del Estado,

que camina junto a ellos con sus ritos desfasados.

Aunque de costilla vienen, rompértelas, para ellos, no es pecado.

Autoría: Purificación Mínguez.