Me
veo en la necesidad de escribirte esta carta, estás cabizbajo y deprimido; te
entiendo muy bien, no es para menos. Sabes que tu destino es el “Cementerio de los años malditos”, y por muy
buen abogado que encuentres no conseguirá sacarte de ahí. Y si lo hiciera, habrá
pasado ya tanto tiempo que tu redención de pena no interesará a nadie.
Yo,
sin embargo, quiero darte las gracias. Sí, ya se que me estoy exponiendo
demasiado y que habrá mucha gente que no entenderá mi postura, porque méritos
has hecho más que suficientes para ganarte el rencor eterno. Tienes razón
cuando me dices que ha habido años muchísimo peores que tú, pero el ser humano
olvida muy pronto; tiene esa combinación suerte y desgracia a la vez. Ahora
descarga su odio sobre ti, y lo pasado se perdió en las brumas de la historia;
somos así.
Sentí tu comienzo como el joven alocado y errático. Quién no lo estaría
con ese nombre redondo, final de década, tantas ilusiones que se crearon
contigo. Quizás por ello te sintieras superior y cómodo en tu Olimpo, sin nadie
que te avisara del desastre en ciernes.
Lo
esperable es que habrías acabado hundido en una depresión sin retorno, cuando
la realidad te hizo consciente de lo que irremisiblemente sería ya tu vida,
pero no fue así. Cual Zeus, decidiste enfrentarte a los nubarrones, hacerlos
jirones y dejar paso a rayos de luz. Y vaya si lo lograste.
Has
conseguido que la humanidad se mire en el espejo para recordarle su fragilidad;
que vea como un microscópico bicho ha
sido capaz de amedrentarla y paralizarla por completo. El hombre es vulnerable
y efímero; esta lección se nos repite periódicamente pero hacía décadas que no
la habíamos repasado.
En
esta sociedad repleta de personajes vacíos, hemos encontrado a los héroes de
verdad. A todos los médicos y enfermeros, a todas las responsables de
atendernos poniendo en riesgo su vida y entregándola en ocasiones. Aquellos que
dejaron a sus familias a un lado por miedo, y se enfrentaron solos a un enemigo desconocido; a ellas, sin
equipos de protección sustrayendo las gafas de buceo a su atónito hijo. A esa
gente, que con mucho miedo y más valor se pusieron de cara e hicieron que
supermercados, bancos, administración… dieran una imagen de casi normalidad
para cubrir nuestras necesidades; sintiéndose como apestados en muchas
ocasiones al entrar en el portal de su vivienda.
Nos
has enfrentado a la realidad, nos has tapado el ombligo a los que presumíamos
de una sanidad modélica; desbordada, ha exhibido pudorosa sus muchas carencias
en cuanto se ha sentido tensionada. La oportunidad de mejora que se presenta es
inmensa.
El
dolor por lo ocurrido en las residencias de mayores ha sido el mayor sopapo;
nos lo has arrojado a la cara para nuestra vergüenza, nos recuerdas que esa
senda que ellos recorrieron y nosotros diseñamos no ha variado, y espera
ansiosa más caminantes.
Descubrimos que las relaciones con los demás, ahora que casi no existen,
son parte de nosotros y las necesitamos como el aire. Hace poco no las
valorábamos y ahora suspiramos por ellas.
Nuestros dirigentes políticos mundiales, la mayoría un desastre; lo
intuíamos y está confirmado. Sólo palabra hueca y postureo; como único objetivo
una reelección que asegure su porvenir. Nos hablan como a niños y nos tratan
como tal. A las ocho salimos a aplaudir, que no haya imágenes duras por la
tele, no vaya a ser que les de por pensar cómo hemos llegado a ésta situación.
Antaño, toros y fútbol.
Tecnológicamente ha sido increíble lo que hemos conseguido. Los avances
científicos y médicos, han dado en unos meses pasos que no se hubieran andado
en una década. ¡Ojalá sirvan para reconciliarnos con nosotros mismos!.
Mucho
más podría añadir, es cierto, pero me extendería demasiado. Quizá más adelante,
cuando ya te hayas ido, te escriba otra vez.
De nuevo
darte las gracias dos mil veinte, te deseo un final tranquilo por el bien de
todos. Esperamos que las buenas expectativas que trae tu hermano se cumplan.
Descansa en paz y con la cabeza alta.
Autoría: Alberto Ereña
Vaya retrato que has hecho de este 2020. Te aplaudo y comparto muchas de las sensaciones y de los pensamientos que me produce el texto que has escrito. Gracias. Me encanta.
ResponderEliminarSi esta historia se hubiera escrito hace más de un año habría ganado un certamen de ciencia ficción
ResponderEliminarY aquí estamos, despidiendo el horror con algo de esperanza. Esto debe ser la nueva normalidad, aceptar lo increíble
Me gusta la carta porque condensa esta locura
Muchas gracias Antonia y Purificación.
ResponderEliminarAunque sea difícil hay que entresacar lo bueno,que lo hay, entre tanto mal. Mucho se ha dicho de lo malo; hay que dar esperanza, la vida continúa y éste año nos ha enseñado y nos ha abierto los ojos. A ver si nos vale para algo.
De eso se trata, de aprender de los que nos sucede, de corregir lo que sea equivocado y ahondar en los aciertos. Siempre mirando hacia adelante. Estoy de acuerdo, Alberto.
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