Querido 2020

 Mi querido Dos mil veinte:

  Me veo en la necesidad de escribirte esta carta, estás cabizbajo y deprimido; te entiendo muy bien, no es para menos. Sabes que tu destino es el  “Cementerio de los años malditos”, y por muy buen abogado que encuentres no conseguirá sacarte de ahí. Y si lo hiciera, habrá pasado ya tanto tiempo que tu redención de pena no interesará a nadie.

  Yo, sin embargo, quiero darte las gracias. Sí, ya se que me estoy exponiendo demasiado y que habrá mucha gente que no entenderá mi postura, porque méritos has hecho más que suficientes para ganarte el rencor eterno. Tienes razón cuando me dices que ha habido años muchísimo peores que tú, pero el ser humano olvida muy pronto; tiene esa combinación suerte y desgracia a la vez. Ahora descarga su odio sobre ti, y lo pasado se perdió en las brumas de la historia; somos así.

   Sentí tu comienzo como el joven alocado y errático. Quién no lo estaría con ese nombre redondo, final de década, tantas ilusiones que se crearon contigo. Quizás por ello te sintieras superior y cómodo en tu Olimpo, sin nadie que te avisara del desastre en ciernes.

    Lo esperable es que habrías acabado hundido en una depresión sin retorno, cuando la realidad te hizo consciente de lo que irremisiblemente sería ya tu vida, pero no fue así. Cual Zeus, decidiste enfrentarte a los nubarrones, hacerlos jirones y dejar paso a rayos de luz. Y vaya si lo lograste.

   Has conseguido que la humanidad se mire en el espejo para recordarle su fragilidad; que vea como un  microscópico bicho ha sido capaz de amedrentarla y paralizarla por completo. El hombre es vulnerable y efímero; esta lección se nos repite periódicamente pero hacía décadas que no la habíamos repasado.

    En esta sociedad repleta de personajes vacíos, hemos encontrado a los héroes de verdad. A todos los médicos y enfermeros, a todas las responsables de atendernos poniendo en riesgo su vida y entregándola en ocasiones. Aquellos que dejaron a sus familias a un lado por miedo, y se enfrentaron  solos a un enemigo desconocido; a ellas, sin equipos de protección sustrayendo las gafas de buceo a su atónito hijo. A esa gente, que con mucho miedo y más valor se pusieron de cara e hicieron que supermercados, bancos, administración… dieran una imagen de casi normalidad para cubrir nuestras necesidades; sintiéndose como apestados en muchas ocasiones al entrar en el portal de su vivienda.

   Nos has enfrentado a la realidad, nos has tapado el ombligo a los que presumíamos de una sanidad modélica; desbordada, ha exhibido pudorosa sus muchas carencias en cuanto se ha sentido tensionada. La oportunidad de mejora que se presenta es inmensa.

   El dolor por lo ocurrido en las residencias de mayores ha sido el mayor sopapo; nos lo has arrojado a la cara para nuestra vergüenza, nos recuerdas que esa senda que ellos recorrieron y nosotros diseñamos no ha variado, y espera ansiosa más caminantes.

   Descubrimos que las relaciones con los demás, ahora que casi no existen, son parte de nosotros y las necesitamos como el aire. Hace poco no las valorábamos y ahora suspiramos por ellas.

    Nuestros dirigentes políticos mundiales, la mayoría un desastre; lo intuíamos y está confirmado. Sólo palabra hueca y postureo; como único objetivo una reelección que asegure su porvenir. Nos hablan como a niños y nos tratan como tal. A las ocho salimos a aplaudir, que no haya imágenes duras por la tele, no vaya a ser que les de por pensar cómo hemos llegado a ésta situación. Antaño, toros y fútbol.

    Tecnológicamente ha sido increíble lo que hemos conseguido. Los avances científicos y médicos, han dado en unos meses pasos que no se hubieran andado en una década. ¡Ojalá sirvan para reconciliarnos con nosotros mismos!.

    Mucho más podría añadir, es cierto, pero me extendería demasiado. Quizá más adelante, cuando ya te hayas ido, te escriba otra vez.

 De nuevo darte las gracias dos mil veinte, te deseo un final tranquilo por el bien de todos. Esperamos que las buenas expectativas que trae tu hermano se cumplan.

   Descansa en paz y con la cabeza alta.

Autoría: Alberto Ereña

4 comentarios:

  1. Vaya retrato que has hecho de este 2020. Te aplaudo y comparto muchas de las sensaciones y de los pensamientos que me produce el texto que has escrito. Gracias. Me encanta.

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  2. Purificacion Minguez Losua7 de diciembre de 2020, 22:25

    Si esta historia se hubiera escrito hace más de un año habría ganado un certamen de ciencia ficción
    Y aquí estamos, despidiendo el horror con algo de esperanza. Esto debe ser la nueva normalidad, aceptar lo increíble
    Me gusta la carta porque condensa esta locura

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  3. Muchas gracias Antonia y Purificación.
    Aunque sea difícil hay que entresacar lo bueno,que lo hay, entre tanto mal. Mucho se ha dicho de lo malo; hay que dar esperanza, la vida continúa y éste año nos ha enseñado y nos ha abierto los ojos. A ver si nos vale para algo.

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  4. De eso se trata, de aprender de los que nos sucede, de corregir lo que sea equivocado y ahondar en los aciertos. Siempre mirando hacia adelante. Estoy de acuerdo, Alberto.

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