Sentado junto a la mesa del salón, observaba
por el ventanal como el día gris peleaba sin éxito para salir adelante entre
las nubes oscuras, que colonizaron el cielo hacía ya varios días.
La nieve caía despacio en grandes copos poblando la barandilla del balcón, haciendo equilibrios imposibles por quedarse asidos a ella en vez de precipitarse hasta el suelo, en donde serían mancillados con las pisadas de los transeúntes que en buen número dirigían sus pasos hacia los comercios cercanos. El Olentzero y los Reyes Magos ya habían anunciado en una entrevista conjunta en ETB que no había problemas para su llegada; se habían realizado ya las pruebas sanitarias pertinentes y todos eran negativos. Por supuesto, Mari Domingi y los pajes reales también se sometieron a ellas con el mismo resultado, e incluso dudaron si hacérselas a los animales. Puestos al habla con Osakidetza, les informaron que no era necesario, ya que el estado de alarma no afectaba a los animales, y menos a los suyos, que vivían aislados en la montaña y en cuadras reales en donde el virus no tenía acceso.
No sabía si él lo habría logrado con los suyos; inculcarlas como con él hicieron poco a poco. Por otra parte dudaba si era bueno o no condicionar en cierta forma otra vida, pero ya no había remedio, su hijo y su hija eran ya mayores y no existía la posibilidad de resetearles.
Se levantó despacio maldiciendo a su pierna dolorida hacia la puerta; el timbre sonaba con insistencia.
- “¿Qué tal aita? Me ha dicho ama que andabas cojo; seguro que es la humedad. Como no podrás poner el Belén éste año hemos venido Iker y yo a montarlo, dice que quiere ayudar a aitite”
- “Sí aitite, el nuestro ya le hemos hecho. Y los Reyes lejos del portal, como tú dices, porque todavía faltan días para que lleguen; cuando voy a dormir les muevo un poquito hacia adelante”.
Un texto hermoso. A veces parece que las costumbres no calan en el transcurrir del tiempo. Pero la navidad tiene la magia de rescatarlas.
ResponderEliminarEstaríamos perdidos sin el faro de nuestros rituales
Si, además, a mi me ocurre algo parecido. Muy prenavideño. Gracias Alberto.
ResponderEliminarLas Navidades hace tiempo que han perdido su personalidad religiosa para instalarse entre nosotros como una costumbre con la que disfrutamos mucho. Aquí recoges muy bien ese espíritu navideño "ateo".
ResponderEliminarMuchas gracias. La interpretación de la Navidad y lo que a cada uno/a nos recuerda, es tan variado como lo que traigamos en la mochila. Así me lo parece.
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