Un día como tantos otros

Me he levantado pronto, cuando el sol aún dormía. No he sido la única. Los pájaros se desperezaban tras la noche fría. Un revoloteo allí, unas cabriolas acá... Cantaban a pleno pulmón, gorjeos de felicidad que clamaban la llegada del sol. Había nubes remolonas en el cielo, enganchadas en las corrientes frías, como chimeneas naturales, que esperaban ansiosas la llegada de la luz. La atmósfera, recién duchada, estaba impoluta, cristalina, con una limpieza que solo los días previos de lluvia pueden imprimir. Era un escenario ideal, construido con la sabiduría que dan los milenios, la perfección de la sencillez repetida una y mil veces.

El sol sigue con profesionalidad el guión. Nada fuera de lo establecido. Unos rayos naranjas se desparraman sin mesura, como si nada estuviera calculado y fuera fortuito. Y son esos hilos de luz los que, convertidos en magos dispuestos a regalarnos todo un espectáculo, hacen brillar las gotas de rocío que permanecían escondidas en las sombras, bajo las hojas, entre los tallos, millones de lucecitas sin filamentos que lanzan guiños al nuevo día. Inspirador, sin duda, tanto que sin darme cuenta guardo la respiración pues temo romper la magia del momento. Un poema comienza a tomar forma en mi interior. 

...fue un brillo breve

un aleteo de luz

un quiebro sutil

inesperado

 

una gota perfecta

húmeda y lujuriosa

pura e inocente

temblorosa

 

se lamenta el verde

clama el añil

solloza el rocío

el alba suspira...

La hierba, los arbustos, los árboles... se convierten en un caleidoscopio muy vivo. Los brillos y tintineos de la luz reflejada en las diminutas gotas de humedad bailan, giran, enloquecen, estallan... También las sombras corren, huyen, más bien, a refugiarse en las esquinas olvidadas, en los rincones desechados, a cubierto de la fuerza castigadora del sol. Este ríe abiertamente, a carcajadas, mientras se eleva poderoso. Lo sé, es un nuevo día como tantos otros, pero, ¿acaso importa? Lo disfruto como si nunca hubiera sucedido.

¿cómo la noche

esboza esta luz

poblada de sombras,

y fulgores quebrados?

 

¿cómo el silencio

perfila sonidos?

¿cómo el negro

se inflama de luz ?

 

bien de mañana

la vida retorna,

huye la noche,

que muere acosada...

  Y son esos versos los que despiertan mi alma adormecida. Me doy cuenta de que, en realidad, estoy contemplando un campo de batalla, una lucha diaria, silenciosa y funesta en la que luces y sombras guerrean cuerpo a cuerpo. Aunque conviven, nunca comparten en igualdad de condiciones. La noche es el imperio de la oscuridad y la luz solo aparece como brillo celestial, tenue y etérea, casi artificial. Y el día, su contrario, es el reino de la luz, mientras la negrura, relegada, permanece escondida, diezmada y derrotada. Pero no son enemigos, sino complementos. No podríamos entender la una sin la otra. Cambia mi mirada y suspiro. No, no es un día como tantos otros. Este día que nace es el único vivo. El ayer murió y fue distinto, el mañana está por venir y no será lo mismo.

  Autoría: Argiñe Areitio.

3 comentarios:

  1. Purificacion Minguez Losua13 de diciembre de 2020, 19:51

    Esta precioso el texto Argiñe
    Para leer una y otra vez y relamerse con las figuras que utilizas

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  2. Totalmente de acuerdo con Purificación.
    Yo también lo he leído varias veces; y cada una encuentras algo nuevo. Me ha parecido buenísimo, una maravilla.

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  3. ¡Gracias, chicos! Puri, no era capaz de hacer ese poema, me resulta difícil expresarme constreñida por los versos. Así que se me ocurrió combinarlo con el relato. Así me ha resultado mucho más fácil.

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