– ¿Tú sueles hablar contigo misma?
La interpelada, Izaskun, levantó la mirada del café con leche al que había añadido un sobre de sacarina. Sus cejas apuntaban al infinito, parecía que cualquier excusa sería la adecuada para que salieran disparadas fuera de su cara.
- Sí... no sé... supongo... yo sí, desde
luego. Pero bueno no me refería a esos pensamientos que nos dedicamos a nosotros
mismos, yo hablaba más de conversaciones como dios manda... –apostilló Mirentxu
con cierta prudencia. Ambas eran amigas desde la infancia. Habían ido juntas a
la escuela desde que tenían memoria, y aunque luego, de cara a la universidad, cada
una había tomado caminos diferentes, sus vidas se habían construido en
paralelo, cerca la una de la otra. Se lo
contaban casi todo, siempre hay que mantener ciertos secretos en la recámara, y
ambas sabían que podían confiar en la otra para lo que hiciera falta. Pero en
aquel momento, con aquella conversación, ambas comenzaron a sentirse un tanto
vulnerables. Mirentxu no tenía muy claro y no tenía muy claro por qué había
soltado el tema así, a bote pronto y sin pensarlo demasiado.
–Sí... no, en voz alta no, claro, ya sabes, mientras te maquillas y estás pensando en lo que tienes que hacer ese día... –"Yo suelo hablarte de eso y de mucho más guapa", recitaba sin parar esa vocecita interior, impertinente como siempre.
–Sí, es cierto. Voy al baño, vuelvo en un
pispás –aseguró Izaskun al tiempo que se levantaba.
Mirentxu se quedó sola, que no en
silencio. "Te creerás que has conseguido despistarla –parloteaba su otro
yo–, porque ahora te mirará como si fueras un bicho raro. Que lo eres, ja, ja,
ja, de eso no tengo dudas". "¡Calla ya!", masculló Mirentxu en
voz baja para que nadie la oyera.
Mientras tanto, Izaskun se limpiaba las manos en el baño. Mientras se secaba las manos, se miró en el espejo.
- Ostras, tía, por un momento he pensado
que Mirentxu sabía lo nuestro –se dijo a sí misma en voz alta. "Pues yo
creo que lo sabe –sonó su voz interior–, si no, ¿Por qué coño ha sacado el tema?
Para mí que se ha dado cuenta de algo...".
Autoría: Argiñe Areitio.
Muy bien Argiñe; bien traído.
ResponderEliminarSi dijéramos claramente que tenemos otro yo, los demás se reirían. Doy por hecho que todos lo tenemos pero...a ver quién se atrae.
a ver quien se atreve.
ResponderEliminarPues deberíamos atrevernos todas.... Gracias Argiñe.
ResponderEliminarjajajajajajaja, nadie quiere ser el primero en dar el paso, temeroso de ser considerado un loco cualquiera. Con lo placentero que estar un poco loco y al margen de lo convencional...
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