De
cera son las alas de mi vida.
Expuesta
como Ícaro a un sol ardiente.
Las
velas en el vuelo derretidas.
Ante
el aire de la vida, creí crecer,
arriesgué
en loco empeño.
Soñando que surcaba los espacios,
solo
aré el polvo de los tiempos.
Sumisa
y dócil me acerqué al suelo.
Debí
ser tormenta ciega ¡Oh loco anhelo!
Pero
evite sufrir y en mi desidia,
trunqué
este viaje en su dulce tormento.
Ilusa
prometiéndome una cura.
Creyendo
que no fuese locura
castrar
mi vuelo y parecer más cuerda.
Autoría: Purificación Mínguez.
Elegimos,pero no dejamos de pensar en lo dejamos de tener. Nos queda la emoción de imaginar. Me gusta
ResponderEliminarElegimos,pero no dejamos de pensar en lo dejamos de tener. Nos queda la emoción de imaginar. Me gusta
ResponderEliminarElegimos una vida, pero no paramos de pensar en las que dejamos de tener. Nos queda la emoción de imaginar. Me gusta
ResponderEliminarVolar... un deseo profundo que siempre se rompe en mil pedazos al chocar contra la realidad. Mas tus poemas nos permiten, por unos placenteros segundos, sentir el aire en el rostro mientras surcamos los cielos.
ResponderEliminarArriesgar es difícil y muchas veces lo desechamos. Luego, el pasi del tiempo nos tortura, recordando que pudimos hacer pero no hicimos y somos el fruto de nuestra cobardía. Muy duro.
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